Parecía tan real… Tú
y yo sobre un acantilado, mirándonos y nada más. Una incoherente brisa nos
abraza sustituyendo a nuestros brazos.
Las estrellas caían
a nuestro alrededor arrebatando el brillo a tus ojos. La luna pedía ser nuestra
cama, aunque para nosotros sólo era un estorbo.
Sentía que nada
existía, sólo tú. Pero faltaba algo: una palabra, una sonrisa o una caricia. Estabas
tan serio escrutando mi rostro con el ceño fruncido…
Aún estando a mi
lado te notaba terriblemente lejos. Casi necesitaba rozarte, susurrar tu
nombre,… Mas este es un tabú en mis labios. Un secreto bien guardado, aunque no
soy capaz de apagarlo en mis venas.
No hablabas y tus
palabras resonaban una y otra vez como un extraño eco incapaz de desvanecerse. Veía
tu cuerpo de Adonis y únicamente deseaba morir al besar cada centímetro de tu
piel…
Era como una
estatua de piedra…